¡Jesús, en Tí confío!
¡Jesús, en Tí confío!
Antes del descanso nocturno escuchamos la Palabra de Dios, nos reconciliamos con El y le pedimos su proteccion.
Misa Dominical desde la casa de los Misioneros de la Divina Misericordia en Phoenix, Arizona, USA.
La homilía de Monseñor José Miguel Díaz Rodríguez
Usted puede escribir en VIVO sus pedidos de oración y el Padre Obispo José las presenta al Señor en VIVO junto a todos aquellos los misioneros de la Divina Misericordia.
Esta sección está siendo planificada, ya pronto estará disponible,
"La oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios". (San Agustín)
Su ofrenda de amor permite que continuemos llevando la Palabra de Dios a personas alrededor del mundo.
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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo. Amen.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
y perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación;
mas líbranos del mal.
Amen.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo
bendita eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre Jesús
Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura y esperanza nuestra:
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y, después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros santa Madre de Dios,
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
por el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén!
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